“71 años trabajando sin descanso ninguno, hecho un esclavo, cuéntalo, lo mío hay que decirlo en la televisión y en los diarios”, dice Juan Arnau, a quien he visto sentado sobre su taburete de limpiabotas en plena plaza Francesc Macià de Barcelona y me he presentado como periodista. Sí, Juan, tu historia sí debería salir en televisión y en los diarios, lo siento que no la puedo llevar a prime-time, pero la recojo para "Periodismo de callejón", cuéntame, cuéntame de tu vida.
Hace unos dos meses le compramos unas zapatillas al niño, que a punto de cumplir 12 años ya no es tan niño, y tiene más cuerpo que yo y pronto será más alto que yo, que no soy demasiado alto ni tengo demasiado cuerpo. Y las suelas de las zapatillas ya tienen más agujeros que un queso gruyere, que nunca he comido, o que un queso emmental, que sí he comido y está muy bueno. Y estamos aquí, en la zapatería de la esquina que tiene oferta 2x1 a ver si nos arreglamos con mucho y por poco.