Imagen de Ana Montserrat

Treinta días de severo escrutinio de mi techo

Por razones altamente aburridas he pasado treinta días y treinta noches en posición horizontal. La morfina y sus derivados caseros de venta en farmacia me han acompañado en este viaje inmóvil. El techo, mi techo, situado exactamente sobre mi cama es blanco y liso. El gotelé posibilita sombras, cráteres, constelaciones; el yeso liso y blanco no. Nada. Lo tienes que inventar todo tú, desde el vacío.

Imagen de Antonio Ortí

Niels y el Club Bilderberg

Niels ha decidido venirse a vivir a España, ahora que casi todo el mundo emigra a Alemania. Por lo demás, Niels es bastante entendido en teorías conspirativas, ya que su amigo Benjamín se las cuenta casi todas.

Imagen de Toni Carpio

Producto nacional

Hace unos dos meses le compramos unas zapatillas al niño, que a punto de cumplir 12 años ya no es tan niño, y tiene más cuerpo que yo y pronto será más alto que yo, que no soy demasiado alto ni tengo demasiado cuerpo. Y las suelas de las zapatillas ya tienen más agujeros que un queso gruyere, que nunca he comido, o que un queso emmental, que sí he comido y está muy bueno. Y estamos aquí, en la zapatería de la esquina que tiene oferta 2x1 a ver si nos arreglamos con mucho y por poco.

Imagen de Joe Casarrubios

Прус Микита

“Mío coche favorrrito” aúlla Прус Микита al bajar del avión como un tornado fuerza siete. Después de haber atropellado al resto de viajeros del vuelo Kiev-Valencia para bajar el primero por la escalerilla, todavía tiene tiempo de cambiarle a un compañero de viaje un juego de cartas destrozadas de Pokemon por uno nuevo de Gormiti y de intercambiarle un paquete de Doritos por un chicle usado a una niña despistada.

Imagen de Antonio Ortí

Pau "Wallace" Codina

Pau Codina llega a la carrera. Luego se quita la ropa, se pone un slip y hace ver que pasea por la playa, muy chulito. Pau preside, entrena, capitanea y juega en el Sueca United (Valencia), un equipo de fútbol que para muchos es el peor del mundo: en 11 temporadas sólo ha ganado tres partidos y empatado dos.

Imagen de Josep Fonti

Comer en tiempos de guerra

En el número 47 de la Rue Montcalm, quinto piso, primera puerta a la derecha, monsieur Le Saout me invita a comer hoy, domingo. Este hombre mayor, al que solo he visto peinado una sola vez, vive justo debajo de mi buhardilla. Vive solo, y cada semana me llama por teléfono (“soy el del sud”, es lo primero que dice), para que baje a echarle una mano con el ordenador, el wifi o simplemente para tener alguien con quién hablar.

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