La auténtica mujer peruana
Ahora mismo, estoy escribiendo un reportaje sobre los inmigrantes que regresan a su país. Por esta razón, ayer por la tarde quedé con Rosa Otiniano, una peruana nacida en Trujillo, a la que me disponía a entrevistar para que me contara los motivos que le llevan a regresar a su país. Como Rosa se gana la vida limpiando casas, me ha propuesto quedar a las 18,15 cerca de donde trabaja, exactamente en la salida de metro de Camp de L´Arpa (línea azul), al lado del ascensor que comunica con Paseo Maragall. A eso de las 18,10 ya estaba en el sitio acordado. En realidad, habíamos quedado el día anterior, pero al final Rosa no vino, porque le salió no sé qué y no me pudo avisar, dejándome allí plantado. A las 18,18, por fin, cuando me temía lo peor, se me ha acercado una mujer y me ha preguntado si esperaba a alguien. Le he dicho que sí y, acto seguido, le he propuesto ir a sentarnos en una cafetería que hay justo enfrente. Cuando el semáforo se ha puesto en verde, Rosa me ha comentado algo desconcertante: “Ya te dije que no era una chica despampanante…”. Mi respuesta ha sido (aún sin tener constancia de esa conversación…): “para mí no es importante, lo sería si estuviera haciendo un reportaje de modelos”. Y así hemos seguido charlando varios metros más hasta que se me ha ocurrido comentarle: “ya no tienes nada de acento, ni se nota que eres de Perú...”. He aquí su respuesta: “es que yo soy catalana”. Y luego: “oye…¿tú te llamas Carlos?”. Y yo: “no, no, yo soy Antonio Ortí”. Y luego: “¿entonces tú no eres peruana?”. “No, no, yo soy de aquí, de Barcelona”. Así que, una vez aclarada la confusion, hemos dado media vuelta en dirección a la boca del metro, mientras pensaba que la mujer a la que le acababa de dar dos besos a modo de presentación, había quedado a través de “Meetic”, “Badoo” o de cualquier otro portal de encuentros, con un desconocido. El final ha sido de traca: al parecer, a la auténtica Rosa (tras llegar cinco minutos tarde) se le ha acercado un hombre y le ha preguntado si esperaba a alguien. El resto ya es conocido... Cinco minutos más tarde, primero nosotros y luego ellos, nos hemos juntado los cuatro de nuevo en la salida de metro de Camp de L´Arpa y hemos intercambiado las parejas, como se intercambia de tren, por lo que, finalmente, he podido entrevistar a Rosa para el reportaje que publicaré en “La Vanguardia” y que, si os apetece, podréis leer aquí.