Un paseo paripatético

Imagen de Antonio Ortí

Esta mañana, por un reportaje que estoy escribiendo, he buscado en Google la palabra “peripatético” y he sabido que eran los paseos que daban alrededor de un patio los discípulos de Aristóteles. Por lo general, se trataba de dar vueltas en círculo por el “Liceo”, un gimnasio público al noreste de Atenas en el que se dialogaba y se enseñaba cara a cara.

Minutos más tarde, gracias al escritor Jordi Soler, he conocido que Nietzsche distinguía las ideas que llegan en estado de reposo, de las ideas "caminadas". Total que, todavía sentado, he querido saber más de Soler y he entrado en su blog, donde me he encontrado con una sorpresa agradabilísima: a finales de los años treinta el escritor Samuel Beckett y el escultor Alberto Giacometti se sentaban a beber en el “Select”, uno frente al otro y, durante horas, no se decían ni una sola palabra. El punto en común entre ambos era su afición a caminar. Beckett, cuenta Soler, “era capaz de salir a las seis de la mañana de su casa, después de una noche de insomnio y enfermedades etéreas, y echarse a caminar, generalmente con su perro, hasta la media noche. Giacometti no se quedaba atrás, pero sus caminatas no eran por el bosque sino por las calles de París" para librarse del aburrimiento. Virginia Woolf hacía lo mismo y también W.G. Sebald (el autor de "Los anillos de Saturno").

El caso es que he salido de casa y he comenzando a caminar con filosofía. Lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido Paco bailando al lado de la rubia y, con él, las noches de juerga, los bailes mal dados y las copas sin premio… A continuación, a la altura de la plaza del Reloj, se me ha ocurrido que, al igual que hay la Europa de las dos velocidades, también está pasando algo parecido con los amigos y que la mayoría están como Grecia, Portugal y Uganda, intentando no caer en el canibalismo. Luego, en plena road movie cerebral, ha entrado mi amigo Guchi en mi cabeza y he recordado algo que me contó de su viaje a Estados Unidos de este verano: en el jardín de muchas casas norteamericanas hay un cartel que pone "cuidado con el amo" (en lugar de con el perro...). Por fin, sin saber muy bien cómo, he acabado en la calle Julián Romea número 6 donde hay una exposición del fotógrafo Leopoldo Pomés quien se ha pasado media vida dando vueltas con su cámara buscando algo que mirar.

Al final he vuelto a sentarme para escribir una idea "reposada": hay que apagar el ordenador, salir a la calle y mezclarse con la vida.

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